Bienvenida tristeza


Y si… porque en algún momento llega, porque hay situaciones que la hacen inevitable, porque es parte de nuestro abanico de emociones, porque somos humanos. Si. La tristeza es una  emoción que activa el proceso psicológico que nos permite superar pérdidas, desilusiones o fracasos. Nos permite establecer distancia con las situaciones dolorosas y nos ayuda a empatizar con la tristeza de los otros y así crear redes de apoyo.
                En este contexto que estamos transitando, las pérdidas son múltiples, tanto para los adultos como para los niños: la falta de contacto físico con seres queridos, la imposibilidad de manejarnos “libremente” por la ciudad, el no poder practicar deportes, no poder ir al club, al parque, visitar amigos, etc. Es lógico que la tristeza en algunos momentos llegue y se manifieste de diferentes maneras. En los adultos puede aparecer bajo la forma de desgano, apatía, llanto, falta de apetito, insomnio, dificultad para concentrarse, etc. En los niños, además, puede manifestarse mediante irritabilidad, mayor hambre de la habitual, dificultades en el sueño, mayor distractibilidad.
                Es importante que nos permitamos sentir esta emoción y no luchar contra ella.  Como dice el doctor López Rosetti: “La tristeza no se medica, se transita”. Identificar cuál es la causa o motivo que nos genera esta emoción, poder ponerla en palabras y compartirla con nuestros seres queridos, seguramente nos ayudará en este proceso. ¿Y qué pasa si mi hijo/a me ven triste? Nada. Le explico en palabras sencillas, acorde a su edad, lo que siento. Esto puede calmar la ansiedad de los niños que nos perciben tristes y no saben el por qué (sus fantasías respecto a nuestra angustia pueden ser peores que la realidad). A su vez aprenden que está permitido estar triste, que no hay nada de malo en ello y los habilita a poder manifestar también su tristeza, aprender a ponerla en palabras. Esto es educación emocional.
                Claro que no es lo mismo tristeza que depresión, y es importante distinguirlas. Una diferencia fundamental, es que en la depresión no se logra distinguir una causa que provoque el desánimo, y además se extiende en el tiempo, impidiendo que la persona desarrolle cuestiones de la vida cotidiana como trabajar, higienizarse, dormir, etc. En este caso se necesita ayuda de un profesional.
                Volviendo a la tristeza, sabemos que es pasajera… no nos demoremos en ella, ni luchemos cuando aparezca. Aceptémosla como un tiempo de replegamiento de nuestro psiquismo, que descansa y toma fuerza, para volver con energías renovadas a continuar con la tarea… la tarea de vivir!

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